¿Por que es mas fácil que nos hagan daño las personas que amamos?: El dilema del erizo y el enigma de las relaciones familiares.

¿Te has sentido alguna vez atrapado entre el amor y el dolor en tu familia? ¿O quizás te has sentido solo y distante de tus seres queridos? Si es así, tal vez te interese conocer el dilema del erizo, una metáfora que explica la dificultad de las relaciones familiares.


El dilema del erizo fue propuesto por el filósofo alemán Arthur Schopenhauer en el siglo XIX. Él se inspiró en una fábula de los antiguos griegos, que contaba que los erizos, en los días fríos de invierno, se acercaban unos a otros para darse calor y sobrevivir. Sin embargo, al hacerlo, se pinchaban con sus espinas y se hacían daño, por lo que se alejaban para evitar el dolor. Pero al separarse, volvían a sentir frío y se morían de hambre. Así que tenían que elegir entre dos males: el frío o las espinas.

El dilema del erizo se puede observar especialmente en las relaciones familiares, ya que la familia es el primer grupo al que pertenecemos y el que más nos influye en nuestra forma de ser y de relacionarnos





Schopenhauer aplicó esta fábula a la condición humana, y afirmó que los seres humanos también tenemos un dilema similar. Por un lado, buscamos la cercanía, el afecto y la compañía de los demás, porque nos hacen sentir bien, nos dan seguridad y nos ayudan a crecer. Pero por otro lado, también necesitamos la distancia, la libertad y la individualidad, porque nos permiten ser nosotros mismos, tener nuestros propios espacios y expresar nuestras opiniones. Sin embargo, al acercarnos demasiado a los demás, podemos sentirnos asfixiados, invadidos o heridos por sus defectos, errores o diferencias. Y al alejarnos demasiado de ellos, podemos sentirnos solos, incomprendidos o rechazados por su falta de atención, apoyo o interés.


El dilema del erizo se puede observar especialmente en las relaciones familiares, ya que la familia es el primer grupo al que pertenecemos y el que más nos influye en nuestra forma de ser y de relacionarnos. La familia puede ser una fuente de apoyo, afecto, seguridad y pertenencia, pero también puede generar conflictos, tensiones, heridas y distanciamientos. Algunos ejemplos de problemas familiares que podrían ilustrar el dilema del erizo son:


Los problemas de comunicación. Usualmente no sabemos cómo expresar lo que sentimos o lo que necesitamos a nuestra familia, o no escuchamos lo que ellos nos dicen. Esto puede generar malentendidos, discusiones, reproches o silencios. El dilema del erizo nos plantea cómo podemos comunicarnos con nuestra familia de forma asertiva, respetuosa y empática.

Los problemas de convivencia. No cuesta compartir el espacio, el tiempo o los recursos con nuestra familia, o no respetamos sus hábitos, gustos o preferencias. Esto puede generar molestias, roces, críticas o invasiones. El dilema del erizo nos plantea cómo podemos convivir con nuestra familia de forma armoniosa, flexible y tolerante.

Los problemas de adaptación. A veces no tenemos las herramientas para afrontar los cambios o las crisis que ocurren en nuestra familia, como el nacimiento de un hijo, la adolescencia, la separación o el divorcio, la enfermedad o la muerte de un familiar, el cambio de residencia o de trabajo, etc. Esto puede generar estrés, ansiedad, tristeza o miedo. El dilema del erizo nos plantea cómo podemos adaptarnos a los cambios o las crisis con nuestra familia de forma resiliente, solidaria y cooperativa.


¿Cómo podemos resolver estos problemas familiares y superar el dilema del erizo? 



No hay una solución mágica ni única para todos los casos. Cada familia es diferente y requiere de un ajuste constante y flexible según las circunstancias y las necesidades de cada uno. Sin embargo, hay algunas pautas generales que pueden ayudarnos a mejorar nuestras relaciones familiares y a disfrutarlas más:



Reconocer y expresar nuestros sentimientos y necesidades. A veces no somos conscientes de lo que nos pasa o nos callamos por miedo o por orgullo. Es importante identificar nuestras emociones y comunicarlas de forma adecuada a nuestra familia.

Escuchar y comprender los sentimientos y necesidades de los demás. No prestamos atención a lo que nos dicen o no los entendemos por prejuicios o por indiferencia. Es importante prestar atención a las emociones y las demandas de nuestra familia.

Negociar y acordar las normas, los límites y las expectativas. A veces no tenemos claras las reglas o los roles que rigen nuestra convivencia familiar, o no las respetamos o las cumplimos. Es importante establecer y consensuar las pautas que faciliten la armonía y el orden en nuestra familia.

Valorar y celebrar las diferencias y las similitudes. Normalmente no aceptamos o no apreciamos la diversidad que existe en nuestra familia, o nos centramos solo en los defectos o los errores de los demás. Es importante reconocer y resaltar las cualidades, los aciertos y los logros de nuestra familia.

Apoyar y pedir ayuda en los momentos difíciles.  no ofrecemos o no recibimos el apoyo necesario cuando nuestra familia atraviesa una situación difícil, o nos aislamos o nos sobrecargamos. Es importante brindar y solicitar la ayuda adecuada cuando nuestra familia lo necesita.



En conclusión, el dilema del erizo es una metáfora que ilustra la dificultad de las relaciones familiares, y que nos invita a reflexionar sobre cómo podemos mejorarlas y disfrutarlas. No se trata de renunciar a nuestra individualidad ni a nuestra intimidad, sino de encontrar el punto medio entre ambas, donde podamos ser nosotros mismos y estar con nuestra familia, sin pincharnos ni congelarnos.


Por: Harold Cardona

Psicólogo

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